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domingo, 31 de mayo de 2015

Diario Jaén:Adiós a un gran maestro de la escultura jiennense del siglo XX


Sus obras reflejan el alma elegante del artista de la esbeltez, de la simplificación de las formas con la práctica de los planos (Virgen de la Paz, Cristo Rey), de la emoción contenida y a veces confundida con el hieratismo (Cristo Resucitado), que se presenta en la solemnidad de la imagen representada (Cristo Yacente), que trasciende de la seriedad del propio artista. Otras veces una amable sonrisa en algunas de sus obras (Golfillo, Niño de la Fuente), es también el reflejo de la personalidad de Constantino Unghetti. El intimismo de las personas más cercanas (“mi hija” o “mi sobrina”). El costumbrismo tan arraigado en su origen jiennense y relacionado con los de su época (Los aceituneros, Campesinos, Guarda forestal). La literatura (Cervantes, Santa Teresa), la música (Danza del fuego) y la humanidad elevada a monumento (Donantes de sangre) resumen a través de su obra la diversidad personal tan completa de un artista como Constantino Unghetti”.

Nadie mejor que su hija, Paz Unghetti, heredera de su pasión artística, comisaria de su última exposición y cuidadora hasta el último minuto, para definir a este artista que se acaba de marchar. Así lo hizo en 2010, tras la exposición con la que se homenajeo al escultor, en la que se mostraron algunas de sus obras más significativas, en el Palacio de Villardompardo.

Este jiennense (Castellar, 1923) falleció ayer en Málaga, en torno a las cinco y media de la madrugada. Tenía 92 años y llevaba varios días hospitalizado por una infección pulmonar. Hoy, será despedido con un funeral que se oficiará en San Ildefonso, a las once y media y después, será trasladado hasta Castellar, donde descansará junto a su mujer, Paz.
Constantino Unghetti, tras pasar su juventud como artista novel en Madrid, donde conoció a Dalí, Vázquez Díaz, Antonio López, Jacinto Higueras Cátedra y Regino Pradillo, entre otros, volvió a Jaén en la década de los 50, donde formó su familia y trabajó intensamente en las siguientes décadas. Aquí consiguió ser referente cultural en el campo de la arqueología, por su labor como conservador del Museo de Jaén en la década de los setenta, testigo de las excavaciones que sacaron a la luz el conjunto del Cerrillo Blanco de Porcuna. También destacó su labor dentro de la museología, como fundador y primer director del Museo de Artes y Costumbres Populares, y como restaurador, ya que por sus manos pasaron numerosas obras de la Semana Santa liennense, como El Abuelo. De su taller, salieron obras tan significativas como el Crtisto Yacente de San Ildefonso, que le dio fama, el Golfillo, el Monumentos a los Donantes de Sangre, la última escultura que hizo en Jaén, en 1999 .