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miércoles, 7 de mayo de 2014

Noticia IDEAL:El Arte Rupestre en Jaén en peligro


El chamán cogió el pincel, mojó la punta en la pintura preparada con sangre, grasa y tierra e invocó a los espíritus para que fueran propicios. Con un trazo ágil, pintó una cabra montesa roja. Repitió la operación, esta vez con pintura negra. Los cazadores partieron en busca de presas, amparados por la magia. La ceremonia, en esta forma recreada o en otra distinta, tuvo lugar en una cueva de Sierra Mágina, entre Jimena y Torres, hace 12.000 años nada menos. De aquellos cazadores y de su magia solo han quedado las pinturas. Una cabra roja y otra negra sobre la piedra de la caverna. Son las pinturas rupestres más antiguas de Jaén, datadas en torno al décimo milenio antes de Cristo. Pero no son ni mucho menos las únicas. Un minucioso inventario realizado por los científicos Manuel Gabriel López Payer, Miguel Soria Lerma y Domingo Zorrilla Lumbreras identifica 151 yacimientos divididos 384 conjuntos con pinturas rupestres en la provincia. «Es algo absolutamente excepcional, por la cantidad y por la calidad de las pinturas, desde el Paleolítico hasta épocas más recientes, toda la cronología está representada en Jaén», asegura López Payer, que investiga este arte desde hace treinta años. Sin embargo, y pese a proyectos y declaraciones de intenciones que admiten que el legado rupestre en Jaén es relevante incluso a nivel europeo, ese inmenso patrimonio Patrimonio de la Humanidad o Bien de Interés Cultural está abandonado a su suerte, prácticamente sin protección -como demuestra el intento de robo a martillazos de una pintura en Santa Elena hace unos días- y sin que genere riqueza y empleo en su entorno, como lamenta López Payer.

La pintura destrozada en Santa Elena está en la cueva de los Escolares, hallada en 1971 en Sierra Morena. Allí hay otras pinturas repartidas en los términos de Santa Elena y, sobre todo, Aldequemada. Los científicos hablan de los núcleos de las cabeceras de los ríos Guadalmena, Guadalén, Guarrizas, Despeñaperros y Rumblar. Según el recuento de López Payer ,Soria y Zorrilla son 49 yacimientos y 153 conjuntos. Sobresalen las de la Tabla del Pochico, las del Prado del Azogue, las de la Cueva de los Arcos, la Cimbarra o la Garganta de la Hoz.

 
 
Más al Sur, los expertos delimitan otra área de riqueza rupestre: las sierras subbéticas, con los núcleos de Sierra de Segura, Quesada, Mágina, Sierra de Jaén y la zona occidental. En esta parte hay 102 yacimientos distribuidos en 236 conjuntos de pinturas. Los expertos sitúan las de Quesada y Segura entre las que gozan de «la más alta consideración mundial». Hay ejemplos tan notables como la Cueva del Morrón, la de la Graja, las del Clarillo o las del Engarbo.

Cuando en 1989 la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad las pinturas rupestres del Arco Mediterráneo incluyó 25 enclaves de esta parte de Sierra Morena, por 42 en toda la provincia de Jaén (el resto están una en Pontones, ocho en Quesada, dos en Santiago de la Espada, dos en Segura de la Sierra y cuatro en Santisteban del Puerto). Sin embargo, investigaciones posteriores han hecho que se incluyan en la lista otros siete conjuntos de Sierra Morena y 16 de Quesada y Segura. Todas las demás pinturas rupestres de la provincia tienen la consideración y la protección de Bien de Interés Cultural.

Desprotección
El desconocimiento ha sido hasta el momento la mejor defensa de las pinturas. La mayoría de los abrigos están inventariados y reseñados en rutas para senderistas o aficionados al arte, incluso con coordenadas GPS. La exposición al público las hace vulnerables.

«No están bien protegidas. Proteger cuesta dinero, y nadie vigila ni protege. La desidia clama al cielo. Es cierto que se vallaron algunos abrigos y cuevas, pero no se ha hecho mantenimiento de los vallados, que en su mayoría están dañados. Dentro se ven restos de suciedad y dejadez», lamenta López Payer.
El caso del intento de robo a martillo y cincel de una pintura antropomórfica de la cueva de los Escolares de Santa Elena no es un hecho aislado. En 2007 unos vándalos pintarrajearon una zona de pinturas en el área de Despeñaperros. La entonces delegada de Cultura, Francisca Company, anunció medidas, aunque señaló que la protección era «muy compleja» al tratarse de parajes de difícil acceso en el monte. La delegada indicó que se estaba haciendo un trabajo «exhaustivo» para dotar a cada abrigo de la medida «idónea». López Payer indica que hay abrigos con restos de perdigonazos y de otras agresiones que han dañado muchas pinturas. El experto indica que lo que se hace es insuficiente, y aboga por un mayor control a través de la guardería forestal y los agentes de Medio Ambiente. «Son restos protegidos, bien por Patrimonio de la Humanidad o como BIC. Según la ley tienen que tener una defensa», indica el experto.

El riesgo a los daños de vándalos y el deterioro de las visitas ni siquiera se compensa con los beneficios que puede tener el arte rupestre para el turismo. «¿Dónde están los centros de interpretación, los paneles, las rutas y visitas guiadas? No hay nada salvo muy dignos intentos a nivel municipal de enseñar una riqueza, con algunos alcaldes muy sensibilizados y algunos guías que enseñan los abrigos. No hay más que ver el rico patrimonio del término municipal de Jaén, abandonado», señala el investigador. Y eso que hay mucho que enseñar.

A veces las amenazas llegan desde las más altas esferas de las instituciones. Cuando hace una década se diseñó la solución a las inundaciones que sufren cientos de chalés levantados fuera de ordenamiento en los puentes de la capital, se pensó en inundar el paraje de los Cañones. Una zona con 16 abrigos declarados BIC. Finalmente las administraciones atendieron a la solidez de muchas de las alegaciones presentadas, que apuntaban incluso a la posibilidad de que quien firmase el visto bueno cometiese un delito por destruir estas pinturas. Lo que evidencia un problema de sensibilidad ante obras de arte únicas con muchos miles de años.

Desde el Paleolítico 

Las cabras de la Cueva del Morrón de Torres son la única muestra de arte Paleolítico de Jaén. El más primitivo. En Adelaquemada, Guadalmena, Segura y Quesada, fundamentalmente, hay buenos ejemplos de estilo levantino (sexto milenio Antes de Cristo), obra de las últimas sociedades de cazadores y recolectores. Pintan escenas de caza, ciervos, flechas ... Aunque el 85% del arte rupestre en Jaén es de estilo esquemático, el arte de las primeras sociedades de agricultores y pastores, que se interesan por la figura humana, la fertilidad, el sol y cultos de influencias mediterráneas, que representan de forma esquemática, más intelectual. En la cueva del Clarillo de Quesada aún se puede ver lo que los investigadores consideran «insólito hallazgo» de las manos de un niño impresas en la piedra. En Jaén (zona de los Cañones y colindantes) hay pinturas de este estilo «de interés extraordinario por su número y concentración», con 39 lugares con 107 abrigos, pero «que están abandonadas», explica López Payer. Tanta riqueza y abundancia puede hacer pensar que los abrigos y las pinturas han sido de conocimiento público desde hace siglos. Pero no es así. Hasta hace sesenta años apenas si se conocían unos pocos ejemplos.

Los descubridores
López Payer , Soria y Zorrilla explican en su obra que las primeras noticias sobre pinturas rupestres en Sierra Morena las da Fernando José López de Cárdenas en 1783. Este cura de Montoro (Córdoba) pensó que eran obra de egipcios y fenicios. Manuel de Góngora, de la Universidad de Granada, fue quien habló por primera vez de arte prehistórico en 1868. No fue hasta 1912 cuando Henri Breuil hace los primeros descubrimientos sistemáticos en la zona de Aldeaquemada. Juan Cabré, primero con Breuil y luego en solitario, siguió hasta los años 30.

En 1902 ya se conocía la Cueva de la Graja de Jimena, aunque luego hay en Mágina 80 años de oscuridad. En Segura no es hasta mediado el siglo XX cuando comienzan a producirse los hallazgos. En la Sierra de Jaén en 1969 cuando salen a la luz descubrimientos de la sección de espeleología del Club de Montañeros de Jaén.

Buena parte de los descubrimientos se suceden a partir de los años 80 con la labor de científicos como López Payer, Soria Lerma y Zorrilla Lumbreras, «en una investigación de más de treinta años» que desemboca en los inventarios publicados por la Diputación en 2011 y 2013. «La investigación continúa, pero los trabajos de campo pueden darse por concluidos dada la detallada y minuciosa exploración de nuestras sierras», dicen. López Payer, sin embargo, asegura que «no se puede descartar que en cualquier momento se haga un descubrimiento impactante».

En muchas localidades, voluntarios y aficionados siguen haciendo descubrimientos. En 2007, Eugenio López González, agente de Medio Ambiente, descubrió pinturas en Quesada. En esta localidad, el alcalde Manuel Vallejo Laso es un gran aficionado, autor de varios hallazgos. Hasta hay una cueva que lleva el nombre de Manolo Vallejo, donde hace miles de años un hombre trazó unas figuras y se confió a su magia. Unas figuras que aún nos cuentan una historia. Y que están en peligro si no se protegen adecuadamente.